CARTA ABIERTA DE CIUDADANO CABEÑO
Los Cabos, B.C.S.- Reconozco y admiro sus deseos de ayudar a la comunidad y por lo tanto respeto su visión de lo que es un desastre natural y la manera como emplean sus recursos humanos, económicos y materiales para “resarcir” el daño provocado por el fenómeno natural que nos impactó hace unos días en Los Cabos, denominado Tormenta Tropical Lidia.
Las redes sociales se han convertido en el medio de comunicación inmediato para la población global y todo lo que nosotros compartimos a través de nuestras cuentas, tiene un impacto mucho mayor al que imaginamos. Cuando se refieren a la “devastación” de Los Cabos, me gustaría que voltearan a las islas del Caribe, cuyas imágenes empiezan a circular en los medios de comunicación y comprueben lo que realmente es una devastación después que el Huracán Irma sobrepasó estos territorios insulares y por ejemplo, en Barbuda, destruyó más del 90% de las construcciones de la isla. Comparar ambos desastres es grotesco, parecemos un niño llorón en el parque de diversiones ante una realidad que nos supera y además utilizamos palabras de las que desconocemos su significado o lo minimizamos.
Devastación no es la palabra para hablar de nuestro destino después de la tormenta tropical y mucho menos cuando más del 95% de los hoteles se encuentra operando y vivimos del turismo; viralizar los daños que sufrimos, de forma subjetiva y parcial, únicamente reducirá el número de visitantes que en sólo unos días, al inaugurarse la temporada alta, podrían visitarnos. Los hoteles y centros de consumo, se encuentran en una tarea titánica para dar a conocer a sus clientes que sus instalaciones están abiertas y sin daños, por el miedo globalizado de una situación que no corresponde a la realidad de nuestro destino.
Los asentamientos ILEGALES, así de fuerte como se lee, se ubican en lugares no idóneos para la construcción de viviendas para los seres humanos. Las personas que en ellos construyen con palos, láminas y plásticos los cuartos donde residen, están violando la ley y están perfectamente conscientes de la situación de vida en la que se encuentran. Gran número de estas personas han encontrado en la ilegalidad un ritmo de vida muy conveniente en el que además de no pagar impuestos, viven de los nuestros, descendientes del paternalismo gubernamental que México ha tenido para beneficiar la orientación a un determinado partido político cada que requieren de votos o acarreados. Muchas de estas personas han obtenido lotes a nombre de familiares o amigos cuando se han realizado donaciones de terrenos para la reubicación de colonias irregulares, los rentan a la población con menores ingresos (no por ello menos responsables de su situación) y viven de programas sociales que “premian” la ilegalidad en nuestro país.
Ayudar a estas comunidades es ayudar la situación de vida en la que se encuentran y darles más motivos para seguir viviendo de la manera como lo hacían antes de la tormenta tropical. La mejor manera de ayudarlos, es obligarlos a obtener los medios necesarios para salir delante de una forma digna y legal. Aplaudo la decisión del presidente de la república de realizar programas de viviendas a través de Infonavit y Fovisste para que esta población pueda adquirir una vivienda; estos programas implicarán que reciban un sueldo formal, que paguen los impuestos que les corresponden y que obtengan un lugar digno donde vivir como resultado de sus esfuerzos y no de la caridad. Darles terrenos o viviendas gratis a estas personas va completamente en contra de cualquier raciocinio e inteligencia y esperando que los programas federales realmente se implementen, la solución propuesta me parece ideal.
Grupo Solmar, Grupo Questro, Pegasso y el Ayuntamiento Municipal, entre otros, se encuentran realizando fuertes campañas para recibir en sus centros de acopio productos y alimentos que repartir entre los damnificados, mismos que seguramente repartirán en su nombre. Esos grupos son en gran porcentaje responsables de la ilegalidad que existe en nuestro municipio, su bandera humanitaria no debe distraernos de exigirles a los inversionistas, empresarios y gobierno de hacerse responsables de la población que ha inmigrado a esta tierra y que al no encontrar vivienda asequible ni sueldos realmente competitivos en la ciudad más cara para vivir del país, se ven en la necesidad de vivir en condiciones de ilegalidad. Dotar de vivienda, servicios e infraestructura a sus empleados y por consiguiente a las familias de estos, debe ser una tarea obligatoria para los inversionistas; el sistema de inversión y construcción de desarrollos turísticos en el destino ha beneficiado a los desarrolladores y la corrupción, dejando a las arcas del municipio completamente incapacitadas para resolver el problema poblacional que enfrentamos ahora y que se multiplicará en los próximos años. Es urgente cambiar el modelo permisionario por uno de transferencia de derechos como se ha implementado en otros países de forma exitosa, desgraciadamente cada que sale a la luz este tema, los mismos ciudadanos nos burlamos de encontrar en el extranjero las soluciones más adecuadas y con la etiqueta de “malinchistas” y “nosotros no somos primer mundo”, seguimos estancados en el mismo enviciado círculo.
He leído quejas sobre líderes de las comunidades damnificadas que han acaparado despensas pues reciben al menos 3 o 4 diarias de diferentes grupos “humanitarios”, así como enseres domésticos y colchonetas y se encuentran vendiéndolas a la población que no ha podido recibir apoyo material de los grupos de ayuda. Esos señores, son los verdaderos “ciudadanos” a los que están ayudando: a sólo unos días del impacto de la tormenta tropical retoman el estilo de vida que han llevado por años y no es de sorprenderse que lo hagan; gran número de damnificados se encuentran tomando cervezas, esperando que los arroyos se sequen para volver a establecerse y no han ayudado en lo más mínimo para la reconstrucción de las infraestructuras dañadas ni en barrer las calles con arena. Sin duda hay damnificados que se encuentran en otra situación de vida; encontrémoslos y brindemos la ayuda que requieren.
La naturaleza es muy sabia y la selección natural por consiguiente. Leyendo las historias de los muertos y desaparecidos como de los damnificados, no es necesario insinuar que su estado actual es producto directo de su toma de decisiones para obtener fácil lo que a nosotros nos ha llevado años recibir. Busquen batallas que mediante su ayuda humanitaria puedan ganar, con la ilegalidad no solo están declarándole la guerra al fracaso, sino que están “amarrándolos” a la misma situación de vida de la que tanto nos hemos quejado. Busquemos verdaderas soluciones.
Escrito por: J.P.